Sant Libori
Originalmente, se encontraba en la plaza del manantial junto al edificio de La Primitiva y fue construida en 1862. La ermita ha sido reemplazada en distintos puntos de la Font d’En Segures, pero no fue hasta 1960 cuando se edificó la ermita en su ubicación actual.
En su interior custodia un Cristo y el “Via Crucis” realizado por José Gonzalvo en 1974 usando la forja del hierro nos presenta las catorce estaciones en un friso corrido de metal sobre el que el artista ha ido marcando, mediante bajorrelieves, los diferentes momentos del camino de Cristo al Calvario. Muy geométrico, dicho friso presenta diversos paneles cuadrangulares en los que se plasma cada escena, marcando en los ángulos superiores el número de estación que le corresponde.
Observamos aquí el esquematismo y la capacidad de lograr plasmar con tan sólo lo esencial todo el dramatismo y expresividad del doloroso pasaje que está mostrando. Figuras estilizadas, soldaduras que dan vida a las piezas, pequeñas oquedades que potencian el volumen y los contrastes de luces y sombras y, pese a la linealidad y rigidez de las figuras, movimiento.
Con plena sencillez y una capacidad de síntesis magistral, el artista ha ido reproduciendo a través del trabajo del hierro los pasajes de la Vía Dolorosa. Otro Viacrucis de similares características realizado por Gonzalvo puede contemplarse también en Rubielos de Mora.
En el altar de esta ermita de San Liborio encontramos también un Cristo crucificado que reconoceremos fácilmente como obra de Gonzalvo pues reúne las características descritas anteriormente: esquematismo, linealidad y excelente trabajo del hierro donde las formas nuevamente se insinúan pero son plenamente inteligibles. Destaca el original crucifijo compuesto a partir de la alternancia de materia y espacios huecos; esta combinación de oquedades y volúmenes recuerda al escultor, también aragonés, Pablo Gargallo y también apreciable en la cruz de la espadaña exterior.
Sant Roc
La ermita dedicada al santo peregrino, abogado contra la peste y copatrono principal del pueblo y de los “chicos” benasalenses, al que ya se le tenía gran devoción en el siglo XIV. Está situada a unos 3 km al noroeste de la villa y a 968 m de altitud, encumbrando el Coll d’En Timor, al que habitualmente se accede por el antiguo camino de “En Pedró i de la Solana”, hoy llamado de “Sant Roc”, pavimentado a finales de 1970.
Se trataba de una construcción fechada en el siglo XVI, iniciada en 1558, de una única nave rectangular con arcos fajones, coro alto, techo de madera y tejado de teja árabe a dos vertientes. La Guerra de Sucesión (1701-1715), que castigó mucho su fábrica, motivó su rehabilitación y convertirla en una ermita claustral con capillas laterales, sacristías a los lados del presbiterio y bóveda de piedra con sustitución del techo de madera (1752) conforme la encontramos hoy, con unas medidas de 20 m de largo, 9.30 m de anchura y 9 m de altura. La fachada tiene puerta adovelada con arco de medio punto y encima un rectángulo con la fecha “ANY 1597”, la de su ampliación por obreros franceses (1595-1599), ventana rectangular que ilumina directamente el coro y la espadaña en piedra en aparejo isódomo, es decir, que todos los sillares son iguales, y “opus quadratum”, que significa que los sillares se colocan en hiladas paralelas regulares, con un remate triangular casi plano. El exterior está muy bien conservado del mismo modo que la casa del ermitaño y el interior, que alojaba una importante obra pictórica, es todo nuevo respecto a la fábrica del siglo XVI. Frente a la puerta hay una cruz del término de hierro forjado sobre una base de tres gradas circulares que data de 1908.
Sant Cristòfol
Situada en la cima del monte Moncátil, la ermita está dedicada a San Cristóbal, uno de los santos patrones de Benassal. Cada año, el lunes de Pentecostés, los benasalenses se acercan en romería a la ermita. Ese día es tradición comer en los alrededores de la ermita, compartiendo con amigos y familiares un plato de “tombet”, un guiso de conejo, pollo y caracoles.
La ermita, situada a 5 km de Benassal y a 1 111 m de altitud, se encuentra coronando el monte de su nombre desde donde se contempla una extraordinaria extensión y panorámica paisajística que comprende las tierras de Vilafranca, las atalayas de Vistabella, las alturas de Culla y Ares y la dilatada hondonada que se inicia en la Torre d’En Besora y Vilar de Canes y conduce a los llanos de Sant Pau de Albocàsser i de Meanes.
Llama poderosamente la atención la grandiosidad de esta edificación ermitana en un lugar tan majestuoso, así como su fachada pétrea y su aspecto de fortaleza, concienzudamente reforzada por una enorme obra de sillares que llegan hasta el tejado. Además, toda la obra exterior fue fortalecida con grandes contrafuertes de piedra: dos alargados y ovales en la fachada y esquinas, y cada esquina con otro cuadrangular más pequeño. El tejado es a dos aguas y cubierto por teja árabe. De la fachada principal, la parte más notable de la ermita, cabe destacar un gran arco de piedra, como el cuerpo de una ventana cegado algo rebajado, rematado por un arco de medio punto que contiene la campana de 1577, procedente de la ermita primitiva, salvada de la destrucción de 1936. La portada de acceso, de sencilla decoración, así mismo enmarcada por los brancales de la citada arcada, es adintelada con piedra clave con una inscripción “AÑO 1720”, flanqueada por pilastras toscanas adosadas y sobre el entablamento una especie de capillita vacía de arco de medio punto rematada por un tímpano con pináculos y, por encima de ella, una ventana rectangular, para iluminar el interior, constituyen los elementos decorativos de la ventana. La puerta, de madera forrada por planchas de hierro y de zinc, se hizo en el año 1877 por el regente de la parroquia mn. Manuel Manero.
Sus medidas interiores son de 25.40 m de largo y de 15 m de ancho. La altura es de 12 m a los que hay que añadir otros 7 que corresponden a la parte libre de la fachada y espadaña, siendo por tanto la altura total unos 19 metros.
La ermita orientada hacia el poniente, es de una sola nave rectangular sin crucero con tres capillas laterales a sus lados, hoy desprovistas de otras y de retablos. Bóveda de arista apoyada sobre tres arcos fajones carpaneles, casi planos -de ladrillo macizo- los cuales vendrán a continuarse con las columnas, soportes de los arcos de medio punto, fronteras de las capillas. La bóveda termina en forma de concha en el presbiterio. Tiene púlpito adosado a la segunda columna del lado del evangelio, es decir, el izquierdo si se mira hacia el altar desde la puerta de entrada. El presbiterio está más elevado que el resto de la ermita mediante un escalón o plataforma que, si cabe, lo realza más; en él, se encuentra el altar mayor con la imagen de San Cristóbal llevando al hombro al Señor -sobre el hombro izquierdo- y una gran palmera por báculo o bastón -en la mano derecha-. De la columna del presbiterio del lado de la epístola, es decir, el derecho si se mira hacia el altar desde la puerta de entrada, cuelgan los exvotos de cera que recuerdan las piernas y brazos rotos felizmente guarecidos.
La ermita tiene coro alto al que se accede por una escalera situada en la capilla de la derecha tal como nos adentramos en la iglesia. Por dos cuerpos de escalera más arriba del coro, se llega a un pasaje cubierto que va por encima de las capillas de la epístola hasta una cámara asentada encima de la sacristía de este lado, cuya cámara, según los testimonios de las personas mayores de Benassal servía de lazareto cuando en Benassal había algún caso de peste por tal de guardar aquí la cuarentena. A la mencionada habitación también se puede llegar por una escalera que nace en la correspondiente sacristía. Enfrente se encuentra la otra sacristía, la usada habitualmente por el clero en las fiestas del santo.
Antes de la última contienda civil en el sotacoro había dos soportes de madera para guardar los pendones de las distintas cofradías benasalenses cuando eran llevados aquí los días señalados.
En el lado del suroeste de la ermita hay adosada un largo soportal de 1828, según una inscripción que figura en una piedra de la columna. El soportal es de seis porches de adobes adintelados, refugio de los romeros. Una gran cisterna, restaurada en 1949, recibe las aguas de las lluvias, las cuales podrán ser suministradas por un grifo a modo de fuente a voluntad y discreción de los visitantes.
Enfrente de la ermita se levanta otro edificio conocido como la casa del ermitaño con vestigios de los tiempos medievales en dos arcos góticos cegados situados en el muro exterior (NE), antes en el interior de la estructura original del inmueble porque era el doble de grande, puesto que ahora sólo tiene una vertiente de tejado. Un acogedor vestíbulo cubierto de casetones apoyados en graciosas ménsulas comunica con las habitaciones interiores y un patio desde donde arranca la escalera al aire libre que conduce a las dependencias superiores provistas de grandes mesas para acomodar las autoridades, mayorales y romeros los días de fiesta.
La ermita, antes de la revolución de 1936, como constaba en los libros parroquiales, tenía altar mayor principal y otros laterales, algunos de los cuales procedían del templo parroquial, ubicados conforme nos adentramos en la ermita y como a continuación se cita: en el lado de la epístola, la escalera del coro, la capilla de Santa Lucía y la de la Trinidad; en el lado del evangelio, la capilla de la Virgen del Rosario, la de la Sagrada Familia, la capilla de la Virgen de las Nieves y la de la Virgen de los Ángeles, con la respectiva imagen tallada.
Así, sabemos que en 1772 se concluía el nuevo retablo del altar mayor, de dos cuerpos, de madera tallada y de estilo barroco con elementos platerescos; ocupaba el segundo cuerpo la imagen de San Luis Beltrán, in capite altaris, es decir, encima del altar, por ser oriundo de la villa. El altar costó 650 libras valencianas, las imágenes y los dorados 875 libras
Ermita de La Magdalena
La capilla dedicada a Santa María Magdalena de Benassal fue construida en 1864 por iniciativa de la filántropa Magdalena Grau i Gras que tras conocer Turquía se inspiró en la cultura oriental para llevar a cabo esta edificación, por lo que es una de las ermitas más curiosas y reconocibles . Su planta es octogonal, con grandes contrafuertes en cada una de las esquinas rematados con pináculos y adornados con vistosas gárgolas metálicas.
Fue restaurada hacia 1970 por mossén Aureli Ferrando, para más tarde quedar abandonada y sin objetos de culto, hasta que un grupo de voluntarios inició la recuperación de la misma y de su entorno.
También cuenta con una plazoleta sostenida por un muro circular, desde donde se puede dar vueltas captando el paisaje de la vista panorámica del pueblo y del término.
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